«Los mayores no queremos promesas,
sino que cuenten con nosotros»

 

Merino, Presidente del Consejo de Personas Mayores de Bizkaia, insiste en que jóvenes y mayores «no deben enfrentarse, sino apoyarse», porque «la precariedad» se vive en ambas franjas de edad
  • El Correo
  • ALBA CÁRCAMO
  • Manuel Merino ha pasado toda su vida vinculado a causas sociales y a entidades relacionadas con los cuidados. Preside el Consejo de Personas Mayores de Bizkaia, que asesora a la Diputación. Acaba de cumplir 76 años.
    – ¿Es mayor?

    Mi edad es una evidencia, pero me considero útil, activo, implicado. Otros me considerarán mayor, que es un adjetivo. Mi sustantivo es persona y mi circunstancia es que he vivido bastante. Y espero todavía vivir más.

    – Se habla de mayores a partir los 60, pero esas personas se llevan lo mismo con una de 90 que con una de 30.

    Lo de tercera edad es algo obsoleto. Somos un grupo heterogéneo, un sector social que debería preocuparse por toda la sociedad, no solo por lo nuestro.

    – Algunos expertos alertan de que puede haber un conflicto entre generaciones.

    A veces los mayores damos una proyección endogámica, pero todos los sectores la dan, como si lo que nos preocupase fuese lo nuestro. Yo también me quejo de que los jóvenes lo tienen fastidiado, pero no debería ser la edad el factor de tensión, sino otros elementos como la clase social, porque también hay personas mayores que están viviendo en una situación de pobreza.

    – Aunque la pensión media es más alta que el salario de los jóvenes. Casi 1.700 euros frente a 1.400.

    Es triste e injusto que alguien que está construyendo su vida tenga que vivir esa precariedad, como es injusto que alguien que ha trabajado toda su vida no pueda vivir dignamente. Esas dos realidades no deben enfrentarse, sino apoyarse.

    – ¿A qué edad debería establecerse la jubilación?

    Soy incapaz de analizar las claves del sistema de pensiones. Hay que garantizarlo, hacerlo sostenible. ¿En qué edad? Dependerá de las condiciones de cada uno y del tipo de trabajo. Yo he tenido la suerte de ver el trabajo como un proceso de construcción de mi persona, no como una manera de ganar dinero. Hay que cambiar muchas cosas para que otras personas se sientan así.

    – A veces también se les echa en cara que en algunos casos se jubilen tarde.

    Muchos, si tuvieran la garantía de que su puesto de trabajo lo sustituyen por otro, se plantearían el deber moral de pasar a la jubilación, de dejar el hueco.

    – Y ustedes, ¿tienen hueco? ¿Cree que podría haber un diputado general de 65 años?

    Los dos principales líderes del mundo (Biden y el Papa) tienen más de 80, pero creo que hay momentos en la vida en los que hay que saber retirarse. Hay gente joven muy preparada y es bueno que los mayores estemos en la retaguardia de las decisiones.

    – Las elecciones están cerca. ¿Qué pide a los partidos?

    Yo no les pediría nada. Simplemente les diría que, si alguno no tiene conciencia de las necesidades sociales, que lo deje. Somos muy apetecibles porque somos muchos, pero el voto se gana con seriedad. No queremos promesas, sino que cuenten con nosotros. Yo les diría que voy a estar todo el tiempo pidiendo, proponiendo, colaborando para mejorar la sociedad.

    – ¿Lo hace desde el Consejo de Personas Mayores de Bizkaia?
    Tenemos tres líneas de trabajo. Una es hacer que nuestras ciudades sean realmente sitios amigables para todos. También hacemos propuestas para mejorar los servicios sociales de la Diputación y, en tercer lugar, queremos que los mayores sean realmente elementos transformadores de la sociedad, sin esos estereotipos con los que nos castigan, porque se nos vincula al gasto, a la inactividad...

    – Y también al consumo.

    Una parte muy importante del PIB está vinculado a la capacidad adquisitiva de las personas mayores. La ‘silver economy’, el mundo de las personas mayores como mercado, como consumidores, no tiene para nosotros ningún interés, nos devalúa. Pero sí hay un movimiento, en la gerontología, de búsqueda de respuestas de tecnología que va a suponer avances, productos y servicios que den respuesta a las necesidades de los mayores.

    – Hablando de gerontología, ¿estamos preparados para lo que nos viene con los cuidados?

    Hay que seguir desarrollando lo que la Diputación ha formulado como un plan de transición a los cuidados de larga duración. Debemos articular los cuidados en función de los diferentes momentos de la vida, porque uno no se hace de repente dependiente. El proceso de envejecimiento hay que acompañarlo a lo largo de toda una vida desde las instituciones públicas y desde la sociedad.

    – Pero cuidar, con las mujeres en el mercado laboral, es ahora más difícil.

    Recientemente se ha firmado un acuerdo sobre el pacto de cuidados (Gobierno vasco, Confebask y sindicatos) que dice que hay que desfeminizar este campo y dignificar el trabajo del cuidado. Solo se cuida aquello que tiene valor, y si la vida humana hay que cuidarla es porque tiene valor hasta el último momento. Serán fundamentalmente recursos humanos, profesionales, pero también voluntarios. La sociedad no puede mirar para otra parte.
    – Muchos mayores están completamente solos.

    El problema de la soledad es que es invisible. Tiene que haber una implicación porque la detección de la soledad tiene sus mecanismos a través de servicios sociales, aunque a veces no hay mejor detector que un buen vecino.